Ansorena
Jorge Gallego
 La línea interrumpida
25 de noviembre - 7 de enero
2023
La exposición

La línea interrumpida de Jorge Gallego


por Ignacio Estudillo Pérez


 

En general la relación del artista con la época es siempre contradictoria. Cualquier transgresión es por naturaleza impura en tanto que debe conocer aquello que está transgrediendo, la transgresión nace precisamente comprometida con aquello que transgrede.

Los dispositivos generadores de imágenes son (los grandes) privilegiados a la hora de entrar, definitivamente, en los regímenes de distribución y reproducción de mercancías. Nuestro mundo se transforma en una pantalla que solo emite aquello que más placer pueda dar con una relación de ocho segundos de atención. El mundo virtual ha configurado otra realidad: la de la imagen. Este mundo transforma las comunicaciones en viajes del ojo. El ojo y solo la mirada del espectador real, el usuario.

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La línea interrumpida de Jorge Gallego, desde su oasis en la sierra sur de Sevilla, sigue ahondando en sus mismos intereses y conducido por las mismas motivaciones pero con la ventaja que puede dar el paso del tiempo, una mayor consciencia. Jorge se nos presenta así en un momento de madurez discursiva, de cambio crucial en su obra, pero sin la necesidad de reniego ni reivindicaciones.

Cogeré como paradigma de lo que quiero decir algo que ocurría en exposiciones pasadas en las que Jorge incluía algunas figuras en sus composiciones. En ellas trabajaba de manera más amable hacia el usuario, ya que resolvía casi todo el proceso de relaciones con el trabajo al ofrecernos un protagonista con el que identificarnos y ubicarnos a través de la distancia de la mirada.

Su trabajo es ahora más descarnado y exigente. Aquellos personajes ya no aparecen, la visión no es suficiente, y para dar testimonio, para que el trabajo nos afecte, es necesario introducir el propio cuerpo. Esta vez, es en el juego de miradas donde sus composiciones tienen en cuenta al usuario, que explora las imágenes y la materia como verdadero cuerpo del mundo.

Insisto un poco más en la mirada del usuario. Una cosa es el interés cultural y humano que puede tener una imagen, el usuario mirando y organizando la generalidad cultural anterior. Otra cosa es lo que sale a la búsqueda del usuario, el cuadro como cuerpo independiente que nos busca de determinada manera. Nos coge de la mano para un ver profundísimo, zambullirnos. Hundirnos en todos los elementos, en su tiempo.

El simple mirar una cosa no nos permite avanzar. Cada mirar se muta en un considerar, cada considerar en un reflexionar juntos, en un enlazarnos.

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En Frankenstein o el moderno prometeo de Mary Shelley el paisaje es la otra parte de la mirada, del rostro.

Jorge vive en Montellano. Paisaje entre la campiña y la sierra que es el material visual para su trabajo. Jorge trabaja el paisaje como una invención que nos ofrece el abandono de lo inmediato, y la concentración a través de un despliegue de temas que avanzan como un zoom in hacía el interior, de todos.

Jorge trabaja con puntos de vista elevados y alejados. Grandes paisajes de temperaturas y ciclos naturales. A la vez introduce construcciones que invaden y rompen la suave transición entre el apoyo de la tierra y el techo celeste que nos refugia. El devenir de la historia. Aparecen paisajes que han sido olvidados, seguramente por no haber interés sobre ellos. Con la ruina y el escombro, el paisaje se disuelve. Una organización en torno a ese vacio, admitir los límites de la existencia. Ya nadie se activa, se agita, con lo que conoce. Jorge construye en otro plano, levanta un lugar ficticio para el individuo, todos. Hunde su mirada en lo aún más próximo con pequeños bodegones de maquetas. Hace del mundo un paisaje más grande de lo que es.

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El cometido de captar la realidad ha dejado de tener sentido, vigencia. El arte en general dejó de tener ascendente como fascinum, como engaño y elemento de deposición de la mirada. Desde el velo de Zeuxis se vacía a la pintura de siglos de engaño. En 1839 Paul Delaroche sentenció "a partir de hoy la pintura ha muerto". Hablaba en realidad de la obsolescencia del señuelo. En 1866 con El origen del mundo de Courbet el arte no podía aguantar más el propio lugar de la trampa, ya no podía dar más señuelos para el ojo.

El lenguaje de Jorge está lleno de decisiones para llegar a un plano donde muestra la realidad en un primer nivel pero en un segundo plano. No es análisis sino la conciencia sobre lo analizado. Lo real, su búsqueda, compartir. Jorge va a nuestro encuentro a través de un realismo directo realizado con una técnica apabullante. Y lo hace mediante la agudeza con la que resuelve los gradiantes de profundidad, una cuidadosa precisión en el análisis de las formas y el color. Mundos prodigiosos que se podrán describir pero no explicar porque no hay nada que quiera explicar.

Jorge comparte las posiciones de espectador y protagonista con nostros y con la pintura. Disuelve el yo porque la subjetividad no es suficiente. No resuelve la visión, la comparte. No hay distorsión, vamos juntos de la mano y participamos sin retórica.

La  pintura no es otra cosa que la expresión del misterio del mundo y los misterios no se pueden revelar, simplemente nos acercamos a ellos.

En La línea interrumpida Jorge Gallego transgrede la representación, genera ausencia, alivia la mirada y nos acerca a compartir la construcción de lo que vemos en este tiempo.

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Biografia

Exposiciones del artista en Ansorena

3 de septiembre - 17 de septiembre
2020
27 de noviembre - 11 de enero
2019

Calle de Alcalá, 52. 28014 MADRID · Horario: 10h-14h y 16:30h-20h.